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ArribaAbajo Florencio Sánchez

Arturo Giménez Pastor


Buenos Aires, enero 21 de 1903.

Señores Directores de Nosotros:

Muy señores míos:

Invocando las vivas simpatías que siento por el talento de Florencio Sánchez, me piden ustedes, una página para el número especial que, con motivo del éxito alcanzado por Los derechos de la salud, se propone la Dirección de Nosotros publicar tributando homenaje al autor de esa bella obra.

Más de una vez, y últimamente en La vida moderna, comentando el estreno de esa misma producción y antes el de Nuestros hijos, he manifestado la grande estima que tengo por el talento concreto y varonil de Florencio Sánchez, por sus excepcionales facultades de interpretación artística de la realidad, que le permiten llevar la vida a la escena sin que pierda nada de su intensidad al pasar por el crisol donde el arte la depura de cuanto en ella obsta a la armonía estética, y, sobre todo, por el precioso don de la natural espontaneidad que caracteriza en Sánchez el sentimiento del teatro, gracias al cual realiza sin esfuerzo ni artificio, con certera visión y justa medida, la obra ideal, a un tiempo mismo creación y verdad.

Tal temperamento daría materia para un estudio lleno de interés y de complacencia que gozará el que se encuentre en condiciones de abordarlo.

Desgraciadamente, no me puedo dar esta satisfacción; solicitado   —80→   por tareas absorbentes que devoran todo mi tiempo, me veo en el caso de limitarme a hacer con éstas líneas volantes un simple «acto de presencia» en el homenaje que ustedes van a tributar a Florencio Sánchez. Por lo demás, tengo la certidumbre de que en el conjunto del simpático tributo rendido a los méritos de esa firme figura de nuestro incipiente teatro, no ha de notarse la insuficiencia de uno entre tantos que aprecian y admiran al autor de Los muertos y Los derechos de la salud.

Su atento y S. S.