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San Francisco viajó por España durante los años de 1213 y 1214, después de haber concebido este propósito en 1212. Este viaje tenía un doble objeto: la peregrinación a Galicia para venerar el sepulcro de Santiago y la predicación de la fe a los moros; a la sazón dominaban éstos los reinos de Valencia y de Mallorca, parte de Extremadura y toda Andalucía.
Numerosas tradiciones locales señalan el paso de San Francisco a través de España; en Barcelona fue acogido efusivamente por los Concellers y el pueblo; en Vich lo recuerda la fuente Sant Francesc s’hi moria, donosamente cantada por mosén Jacinto Verdaguer; en Burgos, la cabeza del peregrino extático, esculpida en los muros de su catedral; en Santiago, la suavísima leyenda del piadoso Cotolay, etc.
Fructífero fue este viaje para la Orden franciscana, que quedó por él establecida en España; fray Bernardo de Quintavalle sancionó oficialmente su establecimiento en 1217; en 1219 fray Juan Pacífico, con más de cien compañeros, según la Crónica seráfica, decretó la división de la Orden en España y en tres provincias, correspondiendo a los reinos de Aragón, Castilla y Galicia. Con salvoconductos reales parten muy luego a los lugares sometidos a la media luna, preparando la Reconquista. Acompañan luego a Jaime el Conquistador y Fernando el Santo, cuando ya tenían reorganizado el obispado de Marruecos; su tercer obispo, fray Lope, señala entonces los destinos que España pudo tener allende el Estrecho. Cinco franciscanos establecidos en Andalucía (fray Bernardo, Pedro, Ayuto, Arcusio y Otón) pasan a Marruecos en 1220, siendo muy luego los protomártires franciscanos; mueren también, martirizados en Teruel, fray Juan de Perusa y fray Pedro de Saxoferrato; y un siglo después, Raimundo Lulio, de la Tercera Orden. Véase Boileau, Le voyage de Saint-François en Espagne (Études Franc., núms. 80 y 81; 1906). A. Ortega, El séptimo centenario de la venida de San Francisco a España (La Voz de San Antonio, Sevilla, 1913, núms. 134 y sigs.). A. López, El viaje de San Francisco a España (Arch. Ibero Americano, I, Madrid, 1914).
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Frente al espléndido edificio de los Fonseca, en Santiago de Galicia, eleva sus venerandos muros el primer convento franciscano de España. En su fachada léese esta hermosa lápida: Venendo N. P. Sant Francisco a visitar al Apóstol Sant Thiago, le hospedó un pobre carbonero llamado Cotolay, cuya casa hallábase junto a la Hermita de San Payo, en la falda del Monte Pedroso. De allí se salía el Santo al monte a pasar las noches en oración; y allí le reveló Dios que era su voluntad le edificase un convento en el sitio donde está, llamado Val de Dios y Val del Infierno; y sabiendo el Santo que era del monasterio de San Martín, lo pidió al Padre Abad por el amor de Dios y se ofreció a ser su forero y pagar cada año un cestillo de peces. Aceptó el padre Abad y de ello se hizo foro firmado por el Santo; foro de que dan fe los ancianos de San Martín haber visto y leído. Habido el sitio dijo el Santo a Cotolai: Dios quiere que me edifiques un convento de mi Orden. Respondió Cotolay: ¿Cómo podría hacerlo un pobre carbonero? Le dijo el Santo: Vete a aquella fuente que allí te dirá Dios con qué. Obedeció Cotolay y halló un gran tesoro con que edificó el Convento. Bendijo Dios a la Casa de Cotolay y casó noblemente; fue regidor de esta ciudad y edificó los muros de ella que ahora van junto a San Francisco y antes iban por la Azabachería. Su mujer está enterrada en la Quintana, y Cotolay, fundador de esta casa, en este lucilo que para sí escogió. Falleció santamente el año del Señor MCCXXXVIII. El foro del cestillo de peces se pagó siempre hasta el siglo XVIII; el convento tiene dos soberbios claustros ojivales y una biblioteca de más de 25.000 volúmenes, con más de 200 incunables. Este convento es actualmente Colegio de Misiones para Tierra Santa y Marruecos.
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Aceleró la vuelta a fin de asistir al Concilio de Letrán, que tuvo lugar al año siguiente.
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En las ediciones castellanas anteriores suele aparecer todo este párrafo mutilado y cambiadas algunas de sus frases.
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Llamábase así uno de los barrios de El Cairo, residencia del sultán; era éste a la sazón Malek-el-Kamel, el cual recibió benévolamente a San Francisco.
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En estos versos de San Francisco inspirose Santa Teresa de Jesús para aquellos otros Vivo sin vivir en mí..., etc.
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Los ciudadanos de Asís, como temiesen que los despojos mortales de San Francisco fuesen hurtados por alguna de las otras poblaciones, cuando se dieron cuenta de la grave enfermedad del santo rodearon el palacio de guardias, que se elevaban de día y de noche.
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En unos códices llámasele también Meser Lando Polco.
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Junípero, enebro.
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Dice el texto: Comanda che gli sia «arrandellata» la testa. Randello es propiamente un bastoncillo plegado en arco, del que suele usarse para estrechar las cuerdas.