En cambio, se usa exclusivamente la voz «liga» en la primera traducción española (1821); agradezco la ayuda de mis colegas Jean Canavaggio, François Géal y Joseph Pérez.
Su artículo -escribe- está relacionado con una futura tesis doctoral en preparación. Respeto la cualidad fundamental de su trabajo, que es el entusiasmo y amor al estudio; por ello no es mi ánimo entablar aquí ninguna polémica de las de nunca acabar, agradeciéndole por el contrario el haberme obligado por sus observaciones, discutibles, eso sí, a emprender un estudio más detenido de la Pacheco.
Págs. 88-89; «...el Pueblo no debe gozar una entera libertad, sino una libertad sujeta a la razón y a la ley [...] mas no una libertad que degenere en desorden y en licencia» (Clemente Peñalosa y Zúñiga, La Monarquía, Madrid, 1793, págs. 72-73); «Un pueblo independiente a rienda suelta / corre, según su antojo malo o bueno» (Doña María Pacheco, III, 2).
«...os dirán que vos sois el padre de la patria [...], el defensor de la república y el restaurador de Castilla» (Antonio de Guevara, 1850, pág. 144); «os pregonáis ser los redentores de la república y restauradores de la libertad de Castilla» (pág. 151).
Archivo Histórico Nacional, Madrid, Inquisición, 4468, nº 10 (Barcelona, 13 de agosto de 1816), cit. en parte por Rodríguez Morín, pág. 278. En la doble contienda, militar y política, era inevitable que no quedase mucho lugar para matices demasiado sutiles; sin embargo, bien escribe Malo que el «gobierno absoluto [...] ha ido degenerando [...] en un bárbaro despotismo por su tendencia natural».