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En relación con el pensamiento de Maquiavelo en El príncipe que veía en España el modelo que deseaba para Italia: la unidad del reino por la voluntad de poder del príncipe. Véase sobre todo el último capítulo: «Exhortación a ponerse al frente de Italia y liberarla de los bárbaros» (pp. 120-24), donde el autor sostiene una idea de Italia unida dirigida por un «príncipe nuevo» que expulsa a todos los extranjeros para imponer un «nuevo» orden.

 

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Como señala Lewis-Smith, «Cervantes is evidently a dramatist with a moral purpose: to reinforce or awaken in Spaniards the spirit of perfect patriotism and to strengthen the nation's self-confidence in time of war» (21).

 

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Casalduero señala este tema y dice: «Muerte-vida, el tercer tema de la obra y el principal: abrirse paso a la vida por la muerte» (265). Stroud observa que «si lo que va a recibir la gente es una vida inmortal mejor que la presente, tenemos algo más que una tragedia simple, tenemos un drama de martirio» (303)

 

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Recordemos que para un nacionalista no hay ninguna forma de pertenencia segura cuando la nación no le protege, de ahí el sacrificio que hace por la nación, todo se debe subordinar a la nación. «The ordinary citizen offering himself up for the commonwealth became, no doubt, a martyr whose 'caritas' imitated that of Christ» (Kantorowicz 261). Sobre el nacionalismo moderno señala Jon Juaristi que «es la religión la que se debe subordinar a los fines del nacionalismo. La Gran Guerra supone un inmenso avance en la consolidación de los nacionalismos como religiones seculares» (225). Paz observa que la alianza entre el nacionalismo y la religión «es frecuente y letal por dos razones. La primera porque los lazos religiosos son los más fuertes; la segunda, porque la religión es por naturaleza, como el nacionalismo, reacia a la mera razón. Ambos se fundan en la fe; es decir, en algo que está más allá de la razón» (114-15).

 

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Edwards lo ve como «un preludio de la catástrofe del último acto» y dice: «El fuego anticipa el fuego en que los numantinos se destruirán; el humo, el humo que cubrirá la ciudad; el cuchillo manchado con la sangre del cordero, los cuchillos y espadas con que los numantinos se matarán» (296).

 

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Es oportuno el siguiente diálogo entre Dios y Jesucristo que encontramos en una novela de Saramago: «Y cuál es el papel que me has destinado en tu plan: El de mártir, hijo mío, el de víctima, que es lo mejor que hay para difundir una creencia y enfervorizar una fe» (424). Un poco más adelante vuelve Jesucristo a preguntar: «Y mi muerte, cómo será. A un mártir le conviene una muerte dolorosa, y si es posible infame, para que la actitud de los creyentes, se haga más fácilmente sensible, apasionada, emotiva» (425).

 

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Así lo señala Lewis-Smith: «It is the men of Numantia who decide that the community must destroy itself; it is the women who guide them to their decision» (17).

 

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Recordamos que según la enseñanza estoica se produciría un renacer y una purificación del universo a través del fuego. En el Apocalipsis también encontramos una situación similar con la destrucción de la tierra por el fuego y la posterior salvación de la humanidad. Por último, como he explicado, estaría relacionado con la metáfora del ave Fénix.

 

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El mensaje de Jesucristo fue muy importante en la resistencia que hicieron los judíos a la autoridad de Roma y algunos de sus discípulos fueron asociados con el movimiento nacionalista de los zelotes; véase Lacey Baldwin Smith, 78.

 

30

Casalduero ve en la muerte de Marandro «la encarnación del arrojo de los numantinos» (277), en Téogenes «el sacrificio de la gran familia reducido a los términos abarcables dramáticamente de la propia familia» (277), y en Bariato «la última cristalización de la tragedia, su recapitulación» (280).

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