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151

Resulta apropiado en esta consideración el modelo conceptual planteado por Gonzalo Díaz Migoyo, La diferencia novelesca. Lectura irónica de la ficción (Madrid: Visor, 1990), sobre todo en su capítulo introductorio y en su aplicación al análisis de obras cervantinas. (N. del A.)

 

152

También la materia orlandiana ofrece un precedente correlativo de este episodio, pero mejor que en el castillo o en el palacio encantado del mago Atlante en el que es detenido Ruggiero en el Furioso, en la mágica prisión de Orlando en poder de Dragontina, nueva Circe, en el poema de Boiardo. (N. del A.)

 

153

Para diferentes aspectos de las relaciones entre Cervantes y el autor de la Gerusalemme, véase Alban K. Forcione, «Cervantes, Tasso and the Romanzi Polemic», Revue de littérature comparée, 44 (1970), 433-43; y Daniel Eisenberg, «Cervantes y Tasso vueltos a examinar», Estudios cervantinos, pp. 37-56. (N. del A.)

 

154

Resulta de interés recuperar en este punto el juego de espejos que representan las páginas de Carlos Castilla del Pino dedicadas a «La lógica del personaje y la teoría del Quijote en Torrente Ballester», Homenaje a Gonzalo Torrente Ballester (Salamanca: Caja de Ahorros de Salamanca, 1981), pp. 29-38. (N. del A.)

 

155

Es lo que hace Felismena, «determinando llamarse Valerio si mi nombre me preguntasen». En el juego abismático de disfraces en el que se sumerge el personaje cervantino, no está de más recordar cómo Dorotea se disfraza de Micomicona precisamente con sus propias galas femeninas, pues en ese momento su naturaleza está marcada por el travestismo. De este modo Cervantes apunta al lector una clave más para entender en la ficción del personaje su verdadera naturaleza, su hacerse en máscaras literarias, en hipóstasis de modelos consagrados por la imprenta. (N. del A.)

 

156

Insiste en la cuestión etimológica Márquez Villanueva (p. 17). En cuanto al paralelismo con el personaje de Teodor, conviene recordar cómo la popularización a través de los pliegos de cordel del relato originado en Las mil y una noches despojó a su versión medieval del carácter doctrinal para resaltar componentes de variedad y aun de aventura, que culminan en la versión dramática de Lope de Vega, La doncella Teodor (publicada en la Novena parte, en 1617). Lo que se mantiene es el protagonismo de la figura femenina y su capacidad para asumir, como Dorotea, tanto la administración de la casa de su señor como la iniciativa en la resolución de su problema. (N. del A.)

 

157

«Esta empressa, no está impressa», Cervantes, 13 (Fall 1993), 125-26. Pido perdón a Eisenberg por identificarle erróneamente como coeditor, en vez de editor, de Las Semanas del jardín de Miguel de Cervantes157.1. (N. del A.)

 

157.1

[La nota original de Helena Percas de Ponseti, «Tate, tate, follonzicos... Once Again: The Metamorphosis of a Locution», apareció en Cervantes 7.2 (1987): 85-89. -FJ.] (N. del E.)

 

158

Cervantes, 9 [Fall 1989], 61-65. (N. del A.)

 

159

El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, Nueva edición crítica de 1948, vol. 8, pág. 267. (N. del A.)

 

160

Informa Gaos, II, 1043, n. 192d. No tengo el texto a mano para averiguarlo por mi cuenta. (N. del A.)