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En un texto dedicado a «cosas morales» (Tractado Segundo de Los Problemas de Villalobos) y mediante otra argumentación, el médico y polígrafo discurre sobre la pasión amorosa de los hombres viejos, lo cual atañe sólo a Carrizales: «Gran locura es la del viejo que se casa con la mujer moza, porque hace locura cuando se casa y hace otras muchas despues de casado. Hace locura cuando se casa [...] porque es una determinacion hecha por el desconcertado apetito de los sentidos corporales [...]». Y hace locuras después de casado por efecto de unos celos ingobernables cuyo origen, en parte, es el siguiente: «E viendo su mujer galana y hermosa (que tales las escogen ellos cuando les toma esta locura), y sabiendo cierto que ha de gozar della muy poco tiempo, y que por ventura tiene él amistad y conversacion con el que la gozará despues de sus dias, y que entonces ella pensará que escapa de las uñas del diablo, y todo el amor que dejó de tener con él (aunque ge lo mostraba fingido) lo acrescentará y doblará con el otro marido. Cuando él imaginare todo esto (que no habrá momento que no le pasen por la fantasía cien mil turbulencias mayores que estas), ¿qué sentirá el triste, ó qué sosiego podrá tener?» (Curiosidades 420).

 

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Maurice Molho ha demostrado, pienso yo, que la Novela del celoso extremeño de 1613, aunque está basada en el Manuscrito Porras, es obra autónoma dadas las profundas diferencias de sentido que hay entre ambos textos (743-792).

 

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Juan Luis Vives coincide con Villalobos también en este punto: «El verdadero amor [...] mas bien se desvanece con los celos, a no ser tal que vaya unido con la concupiscencia [...] o cuando un amigo envidia la bienquerencia de su amigo para gozar de ella él solo» (Tratado del alma 1297-1298). Esta precisión sobre la envidia del amigo corresponde a todas luces al caso de Lotario.

 

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Para Vives, los celos corresponden a la «tercera clase de envidia» (Tratado 1296). Sin mencionar a Vives, Maurice Molho trae a cuento el catecismo de Jerónimo de Ripalda, quien define la envidia como «tristeza del bien ajeno»; luego, desde una perspectiva contemporánea, aplica las siguientes ideas al caso de Carrizales: «La envidia, según Melanie Klein, es ese sentimiento de tristeza que sobrecoge al sujeto porque otro posee o goza de un objeto deseable. Los celos no son sino un caso de envidia fundado en una perturbación de la relación de objeto. En otros términos, los celos nacen, en la teoría kleiniana, de la tristeza que inspira la posesión por el Otro del más deseable de los bienes: el Seno materno» (782).

 

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La imaginación compulsiva y sobresaltada de Carrizales antes de conocer a Leonora le produce celos y, consecuentemente, miedo: «y en viniéndole este pensamiento [contraer matrimonio], le sobresaltaba un tan gran miedo, que así se le desbarataba y deshacía como hace a la niebla el viento» (Novela del celoso 179).

 

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No dice otra cosa el narrador cervantino: «[el amante] da infalible crédito a cualquier sospecha que [...] le venga» (Quijote, 426).

 

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Nótese la importancia que otorgan Vives y Cervantes a las ventanas en relación a la mirada. «Los santos escritores y maestros del humano vivir, dicen que la muerte entra (como por unas ventanas) en el alma por los sentidos»; «San Jerónimo quiere que toda ande cubierta la doncella menos los ojos para ver el camino»; la doncella debe vivir «teniendo siempre ojo a las cosas del cielo» ( Instrucción 70, 97 y 96). Por su parte, Carrizales «cerró todas las ventanas que miraban a la calle, y dióles vista al cielo, y lo mismo hizo de todas las otras de casa»; «levantó las paredes de las azoteas de tal manera que el que entraba en la casa había de mirar al cielo por línea recta, sin que pudiesen ver otra cosa» (Novela del celoso 180 y 181). Sobre el mismo tema, Maurice Molho comenta que la desgracia de Carrizales está en su misma contradicción: un hombre desconfiado de sus propias ventanas se enamora de una moza ventanera (752).

 

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Se trata de la Canción con su glosa, la cual figura en el «Libro intitulado Los Problemas de Villalobos [...]», ya antes citado (Curiosidades 455 y ss.).

 

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Molho se refiere específicamente a Carrizales, y lo hace de este modo: «Morir del propio veneno, y más proclamándolo en público parlamento, es un casi suicidio en forma de muerte natural» (791).

 

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Al margen de las ya mencionadas, otras correspondencias entre las obras aludidas de Villalobos y Vives se hallan en el tono homilético y en las referencias a Aristóteles, Ovidio y Séneca. Villalobos, como Huarte de San Juan, funda sus tesis en las obras de Aristóteles, Hipócrates y Galeno. Para la influencia que ejerció la obra de Vives, particularmente De anima et vita, en Examen de ingenios, véase Iriarte (177, 192 y ss.).