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241

Ernest J. Simmons, «Raskolnikov», en Wasiolek, op. cit., p. 21.

 

242

Fanger, op. cit., p. 219.

 

243

La calle figura en el censo de 1862.

 

244

Para Pío Baroja no había más relación entre Fuencarral y las dos novelas de Galdós que la mención de este crimen, aunque la opinión no parece basada en una lectura suya de estas obras:

Dijeron que Galdós quiso aprovechar aquel ambiente, y que hizo dos novelas, La incógnita y Realidad, queriendo buscar un paralelismo novelesco con el hecho sensacional de la calle; pero por lo que luego me aseguraron, no había tal cosa; lo que ocurría era que en uno de estos libros se hablaba de un crimen famoso como el de la calle de Fuencarral (Memorias, Madrid, 1955, p. 97).

Por cierto, se equivoca Baroja al insinuar que el crimen de la calle del Baño solo figura en una de las dos novelas.

 

245

Benito Pérez Galdós, El crimen de la calle de Fuencarral, Cronicón 1888-1889, Madrid, 1928, p. 5. En adelante abreviaré Cronicón.

 

246

Cronicón, pp. 25-28, y El crimen de la calle de Fuencarral. Juicio oral, publicado por el periódico de Madrid La Correspondencia de España, sin pie de imprenta, p. 179b. En adelante, Juicio oral.

 

247

Juicio oral, p. 1.

 

248

Se juega más con esta terminología en la segunda fase de este doble ejercicio de Galdós -periodismo-novela-, es decir, en las últimas tres crónicas escritas entre marzo y mayo del 89 y en Realidad, marzo a julio del mismo año. Aunque los «bandos» se formaron muy pronto, los «ismos» aparecieron más tarde. Sin embargo, hay en La incógnita una graciosa anticipación de estos «partidos» absurdos. El viejo Cisneros adquiere un cuadro que él asegura es un auténtico y rarísimo Massaccio [sic]. El amigo Malibrán juzga que más bien será un Pinturicchio. Los partidos que van tomando unos y otros contertulios son designados por Infante «massaccista» [sic] y «pinturicchista». Al elegir dos pintores que no son de los más conocidos, Galdós destaca lo inexperto de las opiniones (como en los crímenes), a la par que logra lucir su propio conocimiento de la pintura (pp. 706-707).

 

249

En la novela Realidad esto se reduce a la opinión de Augusta, adicta a ese crimen «por sus lances dramáticos y sus misterios de folletín» (p. 797b).

 

250

«[...] hemos llegado al fin del sumario... y aún no podemos fundar nuestro juicio en nada sólido. Todo se vuelve conjeturas más o menos razonables, cálculos y estudios psicológicos de los personajes del drama, sin llegar nunca a desentrañar el argumento» (Cronicón, p. 26); «[...] los testimonios de innumerables testigos de cargo y descargo tienen que producir la luz al cabo, es dudoso que el representante de la acción pública... consiga más de lo que el mecanismo del juicio oral ha de dar por sí» (ibíd., p. 28). Durante el proceso el representante mismo de la Acción Popular comenta lo inconcluyente de los testimonios (Juicio oral, pp. 563a, 564a). Cf. La incógnita, después de la muerte de Federico Viera: al preguntar Infante quién lo mató, Calderón le contesta que la justicia ya se encargará de averiguarlo (p. 751b). Luego, en conversación con Augusta sobre si fue suicidio o asesinato, Infante declara: «Fácil es que la justicia lo ponga en claro...» (p. 755b).

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