Quiero agradecer aquí la ayuda que en la traducción de este artículo me proporcionó mi amigo y colega, Raúl Del Piero.

Eduardo Mallea, Notas de un novelista, Buenos Aires, 1954, págs. 27; 103; 99.

Eduardo Mallea, Los enemigos del alma, Buenos Aires, 1950, «Advertencia», pág. [9].

Sobre si los personajes simbolizan o representan o encarnan a los enemigos del alma, y lo que significa esto, véase Eduardo González Lanuza, «Carta a Eduardo Mallea», en Sur, 1951, N.º 197, págs. 38-43; Eduardo Mallea, «Contestación a González Lanuza», en Sur, 1951, N.º 197, págs. 43-48; Mallea, Notas de un novelista, págs. 74 y sgts.; 97; 101-102. La discusión no aclara mucho la cuestión, ya de todos modos bastante obvia; y las ideas del mismo Mallea parecen vacilar. Pero no es este simbolismo o no-simbolismo el que nos interesa aquí.

Eduardo Mallea, Las Águilas, 2ª ed., Buenos Aires, 1947, pág. 11.

Ibid., pág. 12: «Procedente de una napa tan pobre, [don León] conoció en la casa familiar santanderina cierta patriarcal estructural, escuela de puritanismo, presidida por el padre rudo armado de sus Evangelios».

Ibid., págs. 26-27, 37-39.

Ibid., pág. 27.

Ibid., págs. 8; 215-216; 253-254.